Historia y vida cotidiana del Hogar Pignatelli 1666-1971 pag260

Una historia compartida

Como hemos podido ver, la Casa de
Misericordia y la plaza de toros de Zaragoza,
han sido, durante siglos, casi una misma
cosa. De hecho, hasta el año 1858 en el que
la Diputación Provincial de Zaragoza pasó a ser propietaria
tanto de la Casa de Misericordia como de la
plaza de toros, ésta era una parte más de la Casa y
dependía directamente de ella para su gestión.
Pero no sólo desde el punto de vista oficial
o institucional. En los pequeños detalles, en la
vida diaria, esta relación fue extraordinariamente
intensa. Muchos de los chicos internos en la Casa
soñaban con ser toreros famosos algún día. Sólo
uno lo consiguió, y por breve tiempo. Pero los
sueños siempre estaban ahí. La afición taurina la
han ido conservando con el paso del tiempo y es
fácil imaginar más de una faena de salón en el
gran patio interior de la Casa de la Misericordia.
Algunos, bien por pertenecer a la Banda
de Música de la Diputación Provincial o bien por

ingeniárselas para entrar, podían presenciar las
corridas, mientras que el resto se debían conformar
con oír a los espectadores aplaudir y gritar, desde
unos metros más allá de su Casa. Incluso, durante
muchos años, se estableció una pequeña y curiosa
relación de carácter periodístico que consistía en
lo siguiente: durante los primeros cinco toros de
la corrida, algún muchacho aficionado asistía a la
corrida y reseñaba las faenas. Al final del quinto
toro, recorría a toda prisa los pocos metros que lo
separaban de la Casa y en la imprenta del Hogar
se imprimía su crónica. Minutos después, cuando
los espectadores abandonaban el coso, podían
adquirir, por un precio modesto, la crítica de lo
que había visto esa misma tarde.
Pero quizás el detalle que mejor ejemplifica
la relación entre la Casa de Misericordia y la plaza
de toros, sea la conocida por todos los aficionados
a los toros como Jota de Zaragoza. Según la
tradición, en la tarde del 13 de octubre de 1881,
al arrastrarse el quinto toro, la Banda de Música
interpretó una jota. Una de las parejas asistentes a
la corrida la bailó y aquello gustó tanto a los espectadores
que quedó el recuerdo en el tiempo.
Al tomar posesión de su cargo como Director
de la Banda de Música, el maestro Ramón Borobia
compuso una jota que, desde entonces, la banda
interpreta al salir el sexto toro de cada corrida.
El toro de la jota se le ha llegado a llamar. Esta es
la nota más característica de la plaza de toros de
Zaragoza hasta el punto de haberse extendido esta
costumbre por el resto de los cosos aragoneses
y de otros puntos del norte de España. Casa de
Misericordia, Banda de Música y Plaza de toros,
quedan así definitivamente unidas en una historia
común resumida en la música.

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